¿Dónde encuentro paz?
Hace algunos días no sentía paz. Incluso en estos momentos me cuesta mantenerme en completa paz. ¿Por qué me siento de esta manera? ¿Te identificas conmigo? En ocaciones ¿nos pueden hacer sentir culpables por no sentir paz en unos tiempos tan inestables?
Como joven adulto que aun estudia y todavía no logra proyectar un camino hacia un futuro algo estable, mi paz logra verse amenazada por sin número de cosas. Quizás la tuya también. Algunos de estos pensamientos logran desenfocarme, aun cuando sé que nuestra confianza debe estar puesta en nuestro Dios. Pero, ¿por qué llego a sentirme de esta manera aun cuando reconozco que en Dios está mi vida y todo lo que en ella acontece?
Decidí ir a La Palabra tratando de buscar esas porciones que rescatamos de la memoria pero que olvidamos dónde se encuentran y en ese proceso encuentro Romanos 3:17:
“No saben dónde encontrar la paz.” [NTV]
Este versículo es parte de una porción donde Pablo explica que la condición de la naturaleza humana es pecaminosa y, por lo tanto, contraria a Dios. Por esta razón Pablo escribe que “no hay quien busque a Dios”. La misma naturaleza humana lo evita. Esto tiene como resultado que nos expongamos a una experiencia que nos lleva en búsqueda de algo para llenar un espacio que solo pertenece a Dios. Como seres humanos nos entregamos a criterios humanos para satisfacer nuestra necesidad de Dios. Sin embargo, en este proceso, nunca conocemos o encontramos el camino a la paz.
Entonces me detengo… esta porción me coloca bajo luz. Miro a mi alrededor y examino las cosas que han distraído mi mirada y enfoque de Aquel que es mi fuerza y confianza. Me doy cuenta de que he permitido que el desánimo me abrace, poniendo como pretexto que nos encontramos distraídos manteniendo unas rutinas de vida en ficción tratando de pensar que todo está bien cuando no es así.
El país donde vivo, Puerto Rico, se empieza a enfrentar a un monstruo que viene con una carga llena de crisis económica y social. La indiferencia por parte de una gran porción de la ciudadanía es impresionante y el escenario no es alentador. Sin embargo, ¿olvido que aún las palomas que no trabajan comen a diario? ¿Estoy pasando por alto que aún las flores, así de efímeras, logran alcanzar una belleza inmensurable?
Me parece que he permitido que las circunstancias a mi alrededor acapararan mi atención olvidando que Dios es mi sustento, y al hacerlo, empiezo a explorar otros caminos sin éxito, porque no sé dónde encontrar la paz. Sin embargo, en gracia y misericordia, la misma palabra que me pone bajo la luz, me pone en camino:
“Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz, y síguela.” – Salmo 34:14 RV1960
¿Cómo tomo esta porción? Ese “mal” es todo aquello que logra desenfocar mi atención de Aquel que es la paz. Y solo viviremos en esta paz mientras practiquemos ese “bien” que viene como resultado de nuestra fe. Es una cadena que desata una confianza plena en nuestro Dios y así volvemos a sentir esos delicados pastos donde Él mismo nos vuelve a pastorear [Salmo 23:2].
Como bien mencioné, estamos enfrentando distintas experiencias con escenarios poco alentadores, no solo en esta isla, sino en el mundo. Sin embargo, esto viene sucediendo demasiados miles de años atrás. La misma palabra nos advierte que los días no serán mejores [Mateo 24:12], pero yo no puedo dejar que estas circunstancias desvíen mi mirada de quien nos sustenta y eviten que pueda compartir de ese amor y esa paz que solo un caminar con Dios nos puede dar.
Dentro de todo este escenario resulta crucial que volvamos a sentir la urgencia de actuar como cuerpo genuino de Cristo y ser ese bálsamo para otros que enfrentan este mismo escenario. Pero, primeramente, debemos vivirlo nosotros. Si ponemos nuestra confianza plenamente en Dios, las acciones se producen automáticamente debido a nuestra fe. Dejando a un lado el error de utilizar la confianza en Dios como un remedio fácil y hasta una solución burbuja, ya que algunos podrían cometer el error de mantenerse de brazos cruzados bajo el pretexto de que Dios tiene el control de todas las cosas. Somos llamados en este tiempo a continuar compartiendo las buenas nuevas del evangelio a través de la paz que necesitamos reflejar en nuestras vidas, así como Daniel fue reflejo de la gracia y misericordia de Dios en su vida en un escenario donde su pueblo pasaba por una crisis social, cultural y económica.
En estos momentos, todos necesitamos esa única paz que solo Dios puede dar. Muchas veces me han comentado que admiran mi serenidad y tranquilidad a pesar de algunas circunstancias… Quizás estas palabras les hayan sorprendido, sin embargo, la realidad es que yo también necesito recordar a diario que no soy yo quien logra vivir de esa manera, sino que es mi vida la que experimenta esa paz por gracia y misericordia, lo que transforma mi vida a diario y me permite hacer eco de las palabras del salmista:
“En paz me acostaré, y así mismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.” – Salmo 4:8 [RV1960]
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